En esta nueva entrada os hablamos de la que probablemente sea una de las colecciones de gemas más maravillosas del siglo XX: Wallis Simpson, archiconocida por provocar la abdicación de Eduardo VIII, amasó gracias a regalos y encargos una gran cantidad de joyas de marcas como Cartier, Van Cleef & Arpeels o Boucheron.
¿Queréis conocer las más representantes?
El anillo de compromiso para Wallis
Para nosotros es importante empezar con esta sortija: no fue la primera joya regalada por el entonces rey de Gran Bretaña y Emperador de la Inida pero si una de las más trascendentales. Ésta marcaría el divorcio de ella con su marido y acabaría llevando a Eduardo a una inminente abdicación al trono.
Su morfología sorprende en cuanto a la elección de la gema central: es muy habitual que se escoja un diamante, debido que al ser una piedra preciosa resistente, pueda ser lucido a diario. Pero no, David (nombre familiar de este breve monarca) fue rebelde hasta en la pedida y decidió encargar un anillo con una gran esmeralda central: tallada en forma rectangular, tenía un peso de 19,77 quilates e iba flanqueada por diamantes talla bagette. El diseño fue realizado secretamente por Jaques Cartier, director de la sucursal de Londres, y fue entregado a la futura Duquesa de Windsor el 27 de octubre de 1936.
Broche en forma de flamenco
Este broche nos sirve, después del clasicismo del accesorio anterior, para introducir la fantasía que tanto gustaba a los ya Duques de Windsor. A finales de los años 30' la pareja confiaba plenamente en el gusto de Cartier, pero sobretodo en Jeanne Touissant, directora creativa de aquella época. Después de visitarla, surge la idea de crear un broche con tal exótica criatura. La joyera, que también idearía la famosa pantera Cartier, encargó a Peter Lemarchand la realización del broche: para ello engastó una gran cantidad de rubíes y zafiros en su plumaje y con un trabajo perfecto y milimétrico el cuerpo fue recubierto con diamantes pavé. La primera vez que la lució fue en un evento en 1940 en el Hotel Ritz de Madrid. En 2010 fue sacada a subasta en Sotheby's por un precio de salida de 1.500.000$.
Las panteras de Cartier
Seguimos con exotismo, esta vez con el rey de los felinos. Muchas teorías han girado alrededor del motivo de la elección de este animal, pero una de ellas es la que sostiene con más solidez: desde 1478 la cabeza del leopardo ha coronado la marca real de la London Town y ha sido por lo tanto, un símbolo del Rey de Inglaterra. Con este regio origen, se sabe que Eduardo VIII, en esa época ya Duque de Windsor, influyó mucho en la creación de piezas con dicha forma.
A partir de 1940 ya apreciamos en el joyero de Wallis una espléndida pulsera en brillantes blancos y negros con una pantera recostada, y en 1949 la marca francesa realizaría uno de los broches más usados por la protagonista que hoy nos concierne: el broche de la pantera de diamantes y gran zafiro. El gran felino de este alfiler aparece agachado en una pose realista, listo para saltar sobre la luna representada sobre un gran zafiro estrella cabujón perfectamente redondo que pesa 157,35 quilates.
Démi-parure en rubíes y diamantes de Van Cleef & Arpeels
Este fue también uno de los primeros regalos que David le regaló a su amada Wallis. Se trata de un gran conjunto formado por un collar, broche en forma de hojas y pulsera. El primero destaca por su increíble diseño en forma de borlas móviles, y las otras dos piezas tuvieron una innovación única en esa época: la marca francesa patentó el "engaste invisible" para dichas gemas, creando un efecto visual impresionante. Como recuerdo de su amor, la joyería grabó en el collar "My Wallis from her David 19.VI.1936".
Pendientes blanco y negro
Tal vez estos pendientes fueran uno de los más importantes a nivel sentimental para la duquesa: son los que utilizó para el funeral de su marido en 1972. Durante la semana siguiente Wallis no se desprendió de estas perlas ya que fue fotografiada por un paparazzi en el balcón de Buckingham 7 días después, donde se alojaba de manera privativa e invitada por Isabel II. Su interesante diseño fue realizado en 1957 por Van Cleef & Arpeels, cuando la pareja estaba destinada en las islas Bahamas como embajadores del Reino Unido. Exactamente se trata de dos perlas naturales, una blanca y otra negra, de unos 18,2 mm cada una engastadas y rodeadas por diamantes talla brillante.
El conjunto de amatistas y turquesas
De nuevo nos encontramos frente un set que consta de un collar, anillo y pulsera de nuevo realizado por la casa francesa Cartier en 1947. Considerada una de las joyas más queridas por la duquesa, los lució en las cenas y encuentros más importantes. Cartier diseñó el collar "Draperie" en un estilo de inspiración india. Cuenta con 29 amatistas de talla escalonada, cabujones de turquesa y diamantes de talla brillante, de los cuales se deja caer una gran amatista en forma de corazón en el frente. Engastadas en oro, las piedras preciosas están suspendidas por una cadena de oro en forma de cuerda. El duque de Windsor eligió personalmente todas las piedras preciosas excepto la turquesa. La duquesa estrenó esta impresionante pieza en junio de 1953. Con un vestido palabra de honor, lució el collar y los pendientes a juego en el baile de Gala a l'Orangerie en Versalles. El collar se vendió más tarde en una subasta de Sotheby's en Ginebra en 1987 por $ 605,000 después de la muerte de la duquesa en 1986. La pulsera a juego se diseñó con 5 filas de amatista y 2 filas de cuentas de turquesa con un cierre en forma de estrella. El broche tenía una amatista de forma hexagonal acentuada por un borde de turquesa y diamantes. El anillo fue diseñado y creado sobre la base de los dibujos originales de archivo de la pulsera.
Collar de la Reina María
Esta es una de las joyas con procedencia real: cuando muere el padre de Eduardo, Jorge V, la mayor parte de joyas fueron repartidas entre los York, Kent y Gloucester. Como era lógico, el futuro rey recibiría la mayor parte de tiaras, collares o brazaletes importantes, para representar al Reino Unido. Una vez los Windsor abdican y renuncian al trono, hubo un grave problema en qué les pertenecía y qué no. Por ejemplo Balmoral y Sandringham tuvieron que ser compradas por los duques de York, los futuros monarcas, pero con las joyas algo distinto ocurrió. Se intento encarecidamente que David y Wallis no se llevaran consigo piezas que pudieran ser asociadas a la corona y por ese motivo los futuros reyes Jorge VI y Elisabeth compraron la mayor parte de accesorios en metálico.
Aún así siempre existen las excepciones: el collar de perlas de la Reina María. Dice la leyenda, que fue regalada a su hijo como intento de reconciliación, tanto con él como su esposa, la qual nunca conocería. Compuesto por 28 perlas naturales graduadas desde aproximadamente enormes 16,8 a 9,2 mm. El collar se completa con un broche ovalado engastado con 2 diamantes talla esmeralda que pesan aproximadamente 2,00 quilates y 2 diamantes en forma de fantasía que pesan aproximadamente 1,00 quilates, bordeados por 20 pequeños diamantes redondos de aproximadamente 7 quilates y una longitud de 14 pulgadas. El cierre firmado está firmado por Cartier, Paris.