El pasado 15 de octubre Subarna vendió a subasta más de 800 lotes de los que destaca un paisaje de playa y un estudio previo del artista catalán perteneciente a la saga Masriera. La segunda de estas destaca por ser muy parecida a una vendida en Christie's hace unos años.
Orígenes e influencias
Una de las obras más espectaculares surgidas bajo la influencia del Impresionismo en España fue el cuadro Sombras reflejadas (MNAC, Barcelona), pintada justo hace cien años. Su autor, el polifacético catalán Lluís Masriera (Barcelona, 1872-1958), representó la culminación de una dinastía de artistas dedicada a las artes, aunando en su personalidad las diferentes disciplinas que trataron sus parientes. Si bien cultivó el teatro y la escenografía, actualmente es conocido sobre todo por sus contribuciones en la joyería y orfebrería. Sin embargo, su carrera como pintor se desarrolló de manera paralela, cosechando algunos grandes éxitos, como el lienzo señalado.
Según Juan Carlos Bejarano, responsable de pintura de la sala de subastas, sus primeros cuadros son probablemente la mejor manifestación que hubo en España de una pintura Art Nouveau: podemos mencionar aquí una de sus obras maestras al respecto, Bailable (o La danza de los velos) (c. 1907, Fundació Vila Casas -Casa Felip-, Barcelona), de la que Subarna sacó en subasta su estudio previo, y donde podemos observar al óleo aquellas ninfas que tan profusamente representó en oro, esmaltes y piedras preciosas, y con las que actualmente se vincula su nombre.
Sin embargo, sus pinturas más recordadas aparecerían unos años más tarde, de influencia impresionista, y ejecutadas a raíz del apabullante éxito internacional que consiguió con el título mencionado al principio. Expuesto primero en Madrid, poco después se daría a conocer en el extranjero en el marco de una exposición de pintura española antigua y moderna en Londres. La prensa inglesa lo destacó del resto de obras exhibidas, incluso dedicándole una reproducción a color y a doble página. Pero también la crítica y el público se sintieron subyugados por el atractivo de una tela, que evocaba el mundo ideal mediterráneo yuxtapuesto con el exotismo japonista: Oriente y Occidente se arremolinaban en las arenas de su cuadro y a la sombra de ese enorme parasol.
El director de un museo inglés, entusiasmado con el cuadro, le propuso celebrar una exposición en torno a este lienzo -acompañado de otros similares, con tal éxito que todos fueron vendidos casi inmediatamente. Todo ello provocó que un editor de allá le propusiera la adquisición en exclusiva de los derechos de reproducción de la obra: temeroso de que la utilizara para usarla para vender cualquier tipo de producto, al final resultó que todo el mundo se apropió de ella sin su permiso, y de ahí que esta imagen, potenciada por un tour expositivo internacional que la llevó de Londres a Japón, fuera plagiada de Alemania a la India, de California a Francia, en todo tipo de soportes, desde un abanico a carteles de promoción turística.
Una obra inédita a subasta
Ante esta situación, Masriera realizó variantes de este cuadro, algunas de ellas en colecciones públicas -la inaugural se conserva en el MNAC, una en el Museu de l’Empordà, en Figueras-, y otras en colecciones particulares. La obra que Subarna sacó ahora a la luz resulta ser una versión inédita, similar a la que se vendió en Sotheby’s en 2002, Sombrillas en la playa (1928), rematada por casi 32.000 € y actualmente el récord de su autor como pintor. Bajo la pérgola fue realizada poco después, y en ella apreciamos los mismos sensuales rasgos que la vinculan con el Impresionismo. Según Bejarano, en primer lugar, destaca la composición a base de contraluces, actualización moderna del claroscuro barroco, gracias a la pérgola del título bajo la que se resguardan del calor del verano las bañistas de primer término. Por todo ello, esta obra es un testimonio igualmente magnífico del incipiente turismo que comenzaba a desarrollarse por entonces, en los años 20 y 30 del siglo pasado, en la costa catalana, en especial la Costa Brava, aunque seguramente este óleo lo pintara en Sant Andreu de Llavaneres, de donde procedía su familia y que plasmó en otros cuadros. Así, podemos observar la moda bañista de entonces, a base de maillots y calabazas-flotador, o el uso de entoldados para protegerse del sol: la playa dejaba de ser un espacio reservado prácticamente a los pescadores para convertirse paulatinamente en el espacio por antonomasia del ocio veraniego para todo tipo de públicos. A diferencia de las escenas de playa de Joaquín Sorolla, sin lugar a duda el gran nombre asociado con este tipo de escenas, en Masriera los bañistas ya no son gente de los pueblos costeros sino de clase media y alta que veraneaba en la costa y que iba a tomar el sol como nueva actividad recreativa. Así, como si rindiéramos tributo en su centenario, Masriera consigue una perfecta síntesis de su arte, combinando una base impresionista con un espíritu novecentista, y añadiendo su toque tan decorativista, propio de su faceta como joyero y de sus tiempos modernistas.